-“J”, tu párrafo de que cuando miro afuera y no reacciono favorablemente a lo que veo, me estoy condenando a muerte, es una broma ¿verdad? Porque no tiene ningún sentido. Tanto para mí como para cualquiera hay muchas cosas afuera a las que es imposible reaccionar favorablemente.
-Ja,ja,ja. En mi curso no hay bromas. Te digo en mi curso que en todo lo que ves te ves a ti mismo, por tanto, si reaccionas desfavorablemente ante lo que ves, con rechazo, te estás juzgando como indigno, y te estás condenando a muerte.
-A ver “J”, no dices en ningún sitio que en todo lo que veo me veo a mí mismo, y lo podrías haber dicho en este párrafo, pero aún así, eso de que me estoy juzgando como indigno si no reacciono favorablemente, y que me estoy condenando a muerte por ello, es ininteligible, pues aunque me vea a mi mismo en lo que percibo, no tengo conciencia de eso en absoluto, y mis juicios los elaboro con el contenido de las ideas de mi conciencia.
-Ramón te he dicho en la lección 31 que tu mundo interno es la causa de tu mundo externo, que es su efecto, y también te digo en mi curso que no hay nada externo a ti, de modo que lo que ves como externo a ti, separado de ti, está realmente en ti, pues es tu creación, una creación falsa a la que también llamo proyección o fabricación de imágenes, por eso lo ves como algo externo a ti. ¿Qué más podría haber dicho en mi curso para que comprendieras que en todo lo que ves te ves a ti mismo?
-Pues decirlo literalmente, en lugar de decir aquello de lo que se puede deducir, pues eso es tan difícil de creer, que si alguien hace esa deducción pensará que se ha equivocado. Y bueno, ¿por qué me juzgo como indigno y me condeno a muerte?
-Te juzgas como indigno porque lo que ves afuera no es sino el juicio de lo que viste dentro. Cuando miras en tu interior no ves el amor que eres, sino el miedo, el contenido de ideas o creencias y deseos de tu ego, y eso es lo que proyectas afuera, un mundo temible, indigno de ser amado. Y te condenas a muerte porque el costo de la separación es la muerte, lo cual te digo literalmente en mi curso; y ciertamente está separado de si mismo tal como Dios lo creó, y por tanto de Dios, el que percibe un mundo del que está separado, un sueño de muerte. Y además, el reproche que me has hecho es infundado, pues lo digo literalmente en un párrafo dedicado a cómo has de ver a tu hermano, extensible a cómo has de ver todas las cosas.
Escucha de nuevo desmemoriado.
Eso es lo que contemplarás cuando decidas que no hay ninguna apariencia que prefieras conservar en lugar de lo que tu hermano realmente es. No dejes que la tentación de preferir un sueño permita que la incertidumbre se presente ahí. No te sientas culpable y temeroso cuando un sueño acerca de lo que él es te tiente. Pero no le atribuyas a ese sueño el poder de reemplazar lo inmutable en tu hermano en la percepción que tienes de él. No hay falsa apariencia que no desaparezca, si en lugar de ella pides un milagro. No hay dolor del que él no se pueda liberar, sólo con que desees que él sea lo que no puede sino ser.
¿Por qué habrías de temer ver a Cristo en él?
PUES EN TODO LO QUE VES NO HACES SINO CONTEMPLARTE A TI MISMO. Y conforme él sane, tú
te liberarás de la culpabilidad, pues lo que él aparenta ser es la imagen que tú tienes de ti mismo.
(UCDM 30-VIII-6)
-Vale “J”, rectifico, lo has dicho literalmente, pero insisto en que no me juzgo como indigno, ni como nada, pues no soy consciente de eso, y, por tanto, no puede ser mi juicio.
-En eso vas por buen camino, el problema es que no sabes por qué vas bien encaminado. Te digo en mi curso que cuando acordaste la separación con tus hermanos, acordando soñar un sueño de separación, un sueño de muerte, os pusisteis en una situación imposible de la que no podéis salir sin ayuda, pues la culpabilidad está en el soñador que realmente eres, no en la conciencia del personaje del sueño que percibes ser en tu sueño. Como soñador, como hijo de Dios, te juzgaste culpable de un ilusorio ataque a Dios, y como soñador fabricas un mundo del que forma parte el cuerpo con el que te identificas como ser, que es la proyección del contenido de la culpabilidad, que así queda oculta a tu conciencia como personaje del sueño.
-Difícil de creer… ¿Y qué puedo hacer si eso es como dices?
-Lo que te digo claramente en el párrafo que te he recordado: obrar milagros, pues los milagros deshacen las apariencias del sueño de muerte. Te digo en mi curso que los milagros no te despiertan, sino que te muestran que estás soñando y que eres el soñador, no el personaje del sueño con el que te identificas y si descubres eso la salvación ha llegado, pues el sueño de muerte deja de tener propósito, ya que lo forjaste para ocultarte que eres el soñador, el culpable de un ataque a Dios que nunca se produjo, y al no tener propósito desaparece y es reemplazado por un sueño feliz de vida. Un sueño: el mundo de la separación, es reemplazado por otro sueño: el mundo real. Busca el párrafo en que te lo digo, y me lo lees.
-Lo he encontrado, te lo leo.
En realidad no ha ocurrido nada, excepto que te quedaste dormido y tuviste un sueño en el que eras un extraño para ti mismo y tan sólo una parte del sueño de otro. EL MILAGRO NO TE DESPIERTA, SINO QUE SIMPLEMENTE TE MUESTRA QUIÉN ES EL SOÑADOR. Te enseña que mientras estés dormido puedes elegir entre diferentes sueños, dependiendo del propósito que le hayas adscrito a tu soñar. ¿Deseas sueños de curación o sueños de muerte? Un sueño es como una memoria, en el sentido de que te presenta las imágenes que quieres que se te muestren. (T 28-II-4)