En el curso de Jesús los pecados en el sentido religioso del término no existen, por la simple razón de que en el sentido indicado significan contrariar la Voluntad de Dios, el creador de todo lo que es real, y tal Voluntad no se puede contrariar, pues no hay más poder que el Dios, según el curso de Jesús.
En su curso pecado significa error de percepción o percepción falsa, la cual consiste en percibir- experimentar- como real, lo que es una ilusión en toda su expresión, el sueño de muerte, que según sus palabras es el mundo que percibimos los ciegos.
El mundo que percibimos los ciegos, también llamado de la separación, es una fabricación o creación falsa del ego, al que también llama miedo, el cual fabrica lo que da testimonio de que la separación es real, de ahí que cuando Jesús utiliza la palabra pecado se refiera siempre a la separación. De modo que cuando habla de testigos del pecado o testigos del miedo, se refiere a todas las experiencias que dan testimonio de que la separación es real, y que el miedo está justificado, como por ejemplo en particular la enfermedad corporal, la muerte, o en general, cualquier otra experiencia de escasez o sufrimiento.
Resulta extraño según lo expuesto, que en su curso hablé de un pecado en el sentido religioso: la blasfemia, que significa injuria contra lo sagrado, o injuria contra Dios, indistintamente, y no hable de ningún otro. En el siguiente párrafo cita esa palabra.
Los ritos del dios de la enfermedad son extraños y muy estrictos. En ellos la alegría está prohibida, pues la depresión es la señal de tu lealtad a él. La depresión significa que has abjurado de Dios. SON MUCHOS LOS QUE TIENEN MIEDO DE LA BLASFEMIA, MAS NO ENTIENDEN LO QUE ÉSTA ES. NO SE DAN CUENTA DE QUE NEGAR A DIOS ES NEGAR SU PROPIA IDENTIDAD, y en este sentido el costo del pecado es la muerte. Esto es así en un sentido muy literal: negar la vida hace que se perciba su opuesto, de la misma manera en que toda forma de negación reemplaza lo que existe con lo que no existe. Nadie puede realmente hacer esto, aunque es indudable que tú puedes pensar que puedes y creer que lo has hecho. (UCDM T 10-5-1)
En el curso de Jesús la salvación o liberación del miedo consiste en percibir el mundo real, y en dicho mundo, conforme a lo que dice Jesús al explicar qué es el mundo real, no existe ningún testigo del miedo, ni, por tanto, del pecado: la separación.
El mundo real es un símbolo, como todo lo demás que la percepción ofrece. No obstante, es lo opuesto a lo que tú fabricaste. Ves tu mundo a través de los ojos del miedo, lo cual te trae a la mente los testigos del terror. El mundo real sólo lo pueden percibir los ojos que han sido bendecidos por el perdón, los cuales, consecuentemente, ven un mundo donde el terror es imposible y DONDE NO SE PUEDE ENCONTRAR NINGÚN TESTIGO DEL MIEDO. ¿Qué es el mundo real?-1)
¿Y qué hay que hacer para percibir el mundo real? Utilizar el medio de aprendizaje del curso de Jesús, obrar milagros, pues el milagro es el medio de la Expiación que es a lo que Jesús nos guía. El siguiente párrafo es elocuente al respecto conforme lo dicho hasta aquí.
El milagro no hace distinciones entre los nombres con los que se convocan a los testigos del pecado. Demuestra simplemente que lo que ellos representan no tiene efectos. Y puede demostrar esto porque sus propios efectos han venido a sustituirlos. Sea cual sea el término que hayas utilizado para referirte a tu sufrimiento, éste ya no existe.
Aquel que es portador del milagro percibe que todos ellos son uno y lo mismo, y los llama miedo. De la misma manera en que el miedo es el testigo de la muerte, (separación) el milagro es el testigo de la vida. (unión) Es un testigo que nadie puede refutar, pues los efectos que trae consigo son los de la vida. Gracias a él los moribundos se recuperan, los muertos resucitan y todo dolor desaparece. Un milagro, no obstante, no habla en nombre propio, sino sólo en nombre de lo que representa. (T 27-VI-5)
Y por otra parte nos dice lo mismo con otras palabras, y con referencia expresa a la inexistencia de grados de dificultad en los milagros, en el siguiente párrafo, si tenemos en cuenta que la verdad que se percibe es el mundo real, y el error que se percibe es el mundo de la separación.
Sean cuales sean las mentiras que te hayas creído, para el milagro son irrelevantes, pues puede sanar cualquiera de ellas con la misma facilidad. El milagro no hace distinciones entre diferentes percepciones falsas. Su única finalidad es distinguir entre la verdad por un lado y el error por otro. Algunos milagros pueden parecer más difíciles de obrar que otros, pero no te olvides del primer principio de este curso: no hay grados de dificultad en los milagros. (UCDM T 2-I-5:1-4)
Según lo expuesto la blasfemia de la que habla Jesús no es un pecado en el sentido religioso del término, sino un error de percepción de nosotros mismos que afirma nuestra falsa identidad y niega la verdadera, lo cual entraña negar a Dios, pues negar al Hijo es negar al Padre.
El origen de este error reside en nuestra educación religiosa, en la que nos enseñaron que la humildad es una virtud, aparte de enseñarnos la grandeza del creador por contraste con la pequeñez de su criatura, hecho coherente con atribuir a Dios la creación del mundo que percibimos los ciegos. Sin embargo, en UCDM es una blasfemia contra nosotros mismos según lo ya expresado.
El estudiante de UCDM no tiene que ser humilde, sino todo lo contrario, pues ha de aceptar lo que Jesús le dice que es, y las capacidades que le dice que tiene, y no hacerlo por humildad, porque nos parezca arrogante sentir lo que nos impulsa a sentir acerca de nosotros mismos y nuestros hermanos con sus palabras, es un error que impedirá el aprendizaje basado en el ejercicio de tales capacidades, tal como nos advierte en el siguiente párrafo.
Aceptarte a ti mismo tal como Dios te creó no puede ser arrogancia porque es la negación de la arrogancia. Aceptar tu pequeñez es arrogancia porque significa que crees que tu evaluación de ti mismo es más acertada que la de Dios. (UCDM T 9.8.10: 8-9)