OBRAR MILAGROS PONE FIN A LA CONFUSIÓN ENTRE EL DOLOR Y LA DICHA

-Oye “J”, eso de que confundo la dicha con el dolor no tiene sentido, yo distingo muy bien lo que me hace dichoso, de  lo que me produce sufrimiento, y creo que todo el mundo distingue claramente entre ambas cosas porque son experiencias, no ideas.

-Buen razonamiento Ramón, mas si crees ser lo que realmente no eres, un cuerpo, deberías comprender que lo que te produce dicha no es realmente dicha, sino un sustituto que refuerza tu sustitución de tu verdadera identidad de hijo de Dios, por tu falsa identidad de cuerpo. Es decir refuerza tu confusión entre tu verdadera  identidad que compartes con todos tus hermanos: Cristo, y tu falsa identidad: cuerpo.

-Vale “J” pero eso es muy intelectual y muy  abstracto, mientras que mi sufrimiento y mí  dicha son experiencias concretas que no puedo negar. ¿Qué medio tengo a mi disposición para poder experimentar que es verdad lo que me acabas de decir?

-El de siempre Ramón, el medio que te ofrezco para aprender mi curso: obrar milagros, el cual está en línea con tu deseo de ser un obrador de milagros, aunque no con tu obsesión de volar abrazado a dos cerdos jajaja.

-Pues lo haré donde nadie me vea…¿Y por qué no has dicho eso en tu curso así de claro?

-Jajaja…Te lo he dicho claramente en el mismo epígrafe del capítulo 7 “Los regalos del Reino” titulado “La confusión entre dicha y dolor”, que ha suscitado tu pregunta. Léeme el párrafo, y si es preciso te lo aclaro, y te lo escribes diez veces en penitencia desmemoriado.

-Los milagros están en armonía con la Voluntad de Dios, la cual tú no conoces porque estás confundido con respecto a lo que tú dispones. Esto significa que estás confundido con respecto a lo que eres. Si eres la Voluntad de Dios, y no aceptas Su Voluntad, estás negando la dicha. El milagro es, por lo tanto, una lección acerca de lo que es la dicha. Por tratarse de una lección acerca de cómo compartir es una lección de amor, que es a su vez dicha. Todo milagro es, pues, una lección acerca de lo que es la verdad, y al ofrecer lo que es verdad estás aprendiendo a distinguir entre la dicha y el dolor. (UCDM T 7.X.8)

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