En el curso de Jesús distinguir entre lo que es lo mismo y lo que es diferente es esencial, hasta el punto de que nos dice que el propósito de su curso es que aprendamos a hacer esa distinción.
<<Reconocer la diferencia es la meta de aprendizaje que este curso se ha propuesto. No irá más allá de este objetivo. SU ÚNICO PROPÓSITO ES ENSEÑAR QUÉ ES LO MISMO Y QUÉ ES DIFERENTE, sentando así las bases sobre las que hacer la única elección que se puede hacer. (T 26-III-5:4-6)>>
En las lecciones comienza muy pronto a hablarnos de tal distinción, pues ya en la lección 4 la que la idea que le da título es: “Estos pensamientos no significan nada. Son como las cosas que veo en esta habitación [en esta calle, desde esta ventana, en este lugar]”, nos dice lo siguiente:
Al seleccionar los sujetos para la aplicación de la idea de hoy, se requiere la acostumbrada especificidad. No temas usar pensamientos «buenos» ni «malos». Ninguno de ellos constituye tus pensamientos reales, los cuales se encuentran ocultos tras ellos. Los «buenos» no son sino sombras de lo que está más allá, y las sombras dificultan la visión. Los «malos» son obstáculos para la visión, y, por lo tanto, te impiden ver. No te interesan ni unos ni otros. (L 4.2)
En este párrafo nos dice que los pensamiento que tenga como ego, sean estos buenos o malos a mi juicio, son lo mismo, pues todos ellos carecen de significado, son irreales o falsos, y son causa de una percepción falsa o ilusoria, una experiencia de ser ilusoria, de modo que lo diferente a los buenos y los malos que son lo mismo, son mis pensamientos reales, según me indica en el párrafo que comento, los cuales causan una percepción verdadera, una experiencia de ser verdadera, llamada en el párrafo: visión, así como en muchos otros párrafos del curso de Jesús.
Al percibir un árbol puedo tener dos experiencias de lo que un árbol es, una ilusoria y otra verdadera, la primera me muestra que soy un cuerpo, y la segunda que soy algo diferente, un ser; la primera entraña que no tengo conciencia de lo que es real, y la segunda entraña que tengo conciencia de lo que es real.
Es indiferente si mi idea acerca de los árboles es de aprecio y cuidado, o la opuesta de desprecio y destrucción, ambas son lo mismo, porque las dos corresponden a una experiencia falsa del árbol, una ilusión, que me muestra que soy un cuerpo, la experiencia real del árbol mediante la que tome conciencia de lo que realmente es un árbol, que me muestre que no soy un cuerpo, procederá de una idea diferente, una idea que forma parte de la verdad, un pensamiento real. Por tanto, la diferencia entre lo que es lo mismo y lo que es diferente, es la diferencia entre las ilusiones y la verdad.
Pues bien, son los milagros los que me devuelven la conciencia de la realidad, según me indica el siguiente párrafo del curso, de modo que elegir lo diferente en lugar de elegir entre dos alternativas que son lo mismo, es elegir el milagro.
<<DADO QUE EL MILAGRO TIENE COMO OBJETO RESTABLECER LA CONCIENCIA DE LA REALIDAD, no sería eficaz si estuviese limitado por las leyes que gobiernan el error que tiene como objeto corregir. (T 1-III-9:4)>>
El que se decide por el camino de los milagros que Jesús enseña en su curso, ha aceptado que la idea de nuestro libre albedrío es un pensamiento falso, una ilusión, pues entraña elegir entre alternativas opuestas de lo que es lo mismo, ya que ambas pertenecen a la conciencia y experiencia de ser un cuerpo, la conciencia de la separación.
<<Este mundo complejo y supercomplicado no te ofrece ninguna base sobre la que elegir. Pues nadie comprende lo que es lo mismo, y todo el mundo parece estar eligiendo entre alternativas que realmente no existen. El mundo real es la esfera de la elección hecha realidad, no en el resultado final, sino en la percepción de las alternativas entre las que se puede elegir. LA IDEA DE QUE HAY ALTERNATIVAS ENTRE LAS QUE ELEGIR ES UNA ILUSIÓN. Aun así, dentro de esta ilusión yace el des-hacimiento de todas las ilusiones, incluida ella. (UCDM T 26-III-6)>>
Aquel que acepta que el libre albedrío es una ilusión, acepta que la única elección real que puede hacer es entre el Infierno y el Cielo, es decir, que una vez que acepta que estaba eligiendo entre alternativas opuestas de lo que es lo mismo: el infierno, la percepción de la separación, el sueño de muerte, acepta que la única elección real que puede hacer para abandonar el infierno es elegir en cada caso la alternativa que es diferente a las dos en oposición que son lo mismo, pues de esa forma elegirá el cielo aquí, el cielo que se percibe: el sueño feliz de vida, el mundo real.
Por esto nos dice Jesús en el Manual para el maestro y en el párrafo en que dice que el mundo de la separación acabará con alegría porque es un lugar triste, que la función de los maestros de Dios, los obradores de milagros, es convertir el infierno en cielo:
<<Convertir el infierno en Cielo es la función de los maestros de Dios, porque lo que enseñan son lecciones que reflejan el Cielo. Siéntate ahora por un momento con verdadera humildad y date cuenta de que puedes hacer todo lo que Dios desea que hagas. No seas arrogante ni digas que no puedes aprender Su programa de estudios. Su Palabra afirma lo contrario. Su Voluntad se hará. No puede ser de otra manera. Y da gracias de que así sea. (Manual para el maestro 14-5: 9-15)>>
Abandonar la elección entre opuestos de lo que es lo mismo, para elegir lo diferente, es la elección entre la percepción falsa de todo, y la percepción verdadera de todo, a la que también llama Jesús percepción milagrosa, de modo que es una elección que constituye un requisito previo a iniciar el camino de los milagros, que es el que Jesús enseña en su curso.