Ama al mundo y te amarás a ti mismo.
Ámate a ti mismo y el mundo te amará, porque reflejará el amor a ti mismo.
Odia al mundo y te odiarás a ti mismo.
Ódiate a ti mismo, y el mundo te odiará, porque reflejará el odio hacia ti mismo.
Al reconocer que lo que veo es un reflejo de lo que creo ser, me doy cuenta de que mi mayor necesidad es la visión. El mundo que veo da testimonio de cuán temerosa es la naturaleza de la imagen que he forjado de mí mismo. Si he de recordar quién soy, es esencial que abandone esta imagen de mí mismo. A medida que dicha imagen sea reemplazada por la verdad, se me concederá la visión. Y con esta visión contemplaré al mundo y a mí mismo con caridad y con amor. [UCDM L 56.2.(27)]