LOS MILAGROS NATURALES Y LA SALUD DEL CUERPO
La naturaleza no selectiva o impersonal de los milagros naturales, junto a su involuntariedad, o ausencia de deliberación previa, así como la indicación de que deben ser «hábitos», nos indica claramente que la decisión de obrarlos es la decisión de estar en un estado de conciencia —estado mental— específico, y que son la expresión natural de haber alcanzado tal conciencia. Esa conciencia es la mentalidad milagrosa, o la mente recta, que, como puede deducirse de lo anterior, es la conciencia interna de un Cristo, o percepción interna de un Cristo. (Fragmento del capítulo 8 de mi libro: <<La práctica de obrar milagros>>)
Los milagros son hábitos, y deben ser involuntarios. No deben controlarse conscientemente. Los milagros seleccionados conscientemente pueden proceder de un falso asesoramiento. (UCDM T 1.I.5)
A aquellos milagros en los que no se controla conscientemente a qué o a quién han de afectar les llamo <<milagros naturales>>, y a aquellos en los que sí se efectúa tal control con el adecuado asesoramiento, les llamo <<milagros selectivos>> a los cuales se refiere Jesús expresamente cuando explica qué es la Cadena de Expiación así: <<Los milagros son selectivos únicamente en el sentido de que se canalizan hacia aquellos que los pueden usar en beneficio propio>> (UCDM T 1-III-9: 1).
En cuando al estado de conciencia o estado de ser en que se obran ambas clases de milagros el curso es claro:
«Los milagros son expresiones de una conciencia interna de Cristo y de haber aceptado Su Expiación». (UCDM T 1.I.44)
En el estado de conciencia que el curso de Jesús llama ego, el cuerpo es un fin, pues el fin de todo creador es crear lo que es, ya que todo ser es su creación, y el ego es la mente que se identifica como ser con el cuerpo. En el estado de conciencia en que se obran los milagros el cuerpo no es un fin, sino un medio <<un medio para ayudarte a llegar al Hogar donde Dios mora>> (T 28-VII-3:6), y cuando ese se vuelve el propósito que le doy al cuerpo, porque estoy en la conciencia en que se obran los milagros naturales, la salud del cuerpo está garantizada.
Cuando ése se vuelve tu propósito, EL CUERPO SE CURA, pues no se le utiliza para dar testimonio del sueño de separación y enfermedad. Tampoco se le culpa fútilmente por lo que no hizo. 3Su propósito es ayudar a que el Hijo de Dios sane, y, DEBIDO A ELLO, NO PUEDE ENFERMAR. 4No se une a ningún propósito que tú no hayas aceptado, y tú has elegido que no esté enfermo. TODOS LOS MILAGROS SE BASAN EN ESTA DECISIÓN, y se te conceden en el mismo instante en que la tomas. 6Ninguna forma de enfermedad está excluida de dicha decisión porque la decisión no puede tomarse en función de la forma. La decisión de estar enfermo parece ser una decisión entre diferentes formas de enfermedad. Sin embargo, la enfermedad es una sola, al igual que su opuesto. Por consiguiente, o estás enfermo o estás sano (o estás separado de Dios o unido a Dios). (T 28-VII-4)
La enfermedad corporal es un testigo de la separación que el ego o miedo convoca conforme a su propósito de hacer real la separación que es <<la enfermedad que es una sola>> en el párrafo transcrito, al igual que es una sola su opuesta, la salud: la restauración de la unión en tu conciencia, que es la decisión en que se basan los milagros. De ahí que el titulo de la lección 136 del curso de Jesús sea: “La enfermedad es una defensa contra la verdad”, es decir, una defensa contra la unión que es la verdad.