-“J”, eso de que cuando miro fuera y no reacciono favorablemente a lo que veo me estoy condenando a muerte, es una broma ¿verdad? Porque no tiene ningún sentido, para mí y para cualquiera hay muchas cosas afuera a las que es imposible reaccionar favorablemente.
-Ja,ja,ja. En mi curso no hay bromas. ¿Entiendes lo que te digo en el curso con la frase; <<Las ideas no abandonan su fuente>>?
-Si, la repites mucho. Creo que significa que la ideas o pensamientos que se manifiestan a la existencia no abandonan la mente que es su fuente, sino que están en ella, es decir, que están en el ser del que tal mente es la fuente de las ideas, su causa.
-Muy bien Ramón, por tanto, tú y tu mundo sois uno, lo cual te digo en mi curso de muchas maneras; y si eso es así, ¿Qué crees que haces cuando reaccionas desfavorablemente ante lo que ves, cuando lo rechazas a pesar de que forma parte de ti, pues lo que ves son tus ideas expresadas en lo que ves fuera de ti?
– ¿Quieres decir que me rechazo a mí mismo, al rechazar lo que he fabricado o proyectado?
-Sí, pero eso no es lo importante, pues no eres consciente de que sea tu mundo, si lo fueses no tendrías nada que aprender. Lo importante es que esa reacción implica que te niegas a ti mismo tal como realmente eres, que niegas tu verdadera identidad, y, por tanto que no crees en mi enseñanza, pues te digo claramente en mi curso que eres responsable de lo que ves, y que en aceptar eso reside tu salvación. Si te niegas a ti mismo también niegas a Dios. Es decir, si tu no aceptas ser responsable de lo que ves, porque no te has perdonado a ti mismo de lo que crees ser, puesto que crees en Dios, haces responsable a Dios del mundo que ves, de modo que tampoco lo perdonas de lo que crees que es, y consecuentemente lo condenas por ser el responsable -el culpable – de lo que percibes y rechazas.
-Vamos a ver “J”, lo primero que yo no condeno a Dios, y lo segundo, que aunque crea en tu curso, y crea que soy responsable de lo que veo ¿Qué reacción puedo tener yo ante lo que es claramente rechazable para mí y para cualquiera, como por ejemplo una enfermedad?
-Es obvio que no crees en lo que me dices que crees, pues si lo creyeses reaccionarias con tu mente recta en lugar de con tu mente errada a lo que percibes y rechazas, que es siempre un testigo del miedo o del pecado: la separación, pues al reaccionar con ella resientes lo que en el pasado sentiste y ha traído a tu percepción esos testigos, dando así continuidad al tiempo del ego, y por tanto a la percepción falsa de ti mismo. Reaccionarías obrando los milagros que colapsasen el tiempo del ego, transformando el error de percepción en la verdad.
-Me suena eso de transformar el error en la verdad, y lo de colapsar el tiempo…Pero tú no has dicho claramente en tu curso lo que me acabas de decir sobre obrar milagros.
-Si lo he dicho desmemoriado, pues el mundo real es tu verdad, y tu error es el mundo de la separación, el mundo que veis los ciegos. Escucha de nuevo:
Los milagros demuestran que el aprendizaje ha tenido lugar bajo la debida dirección, pues el aprendizaje es invisible y lo que se ha aprendido sólo se puede reconocer por sus resultados. Su generalización se demuestra a medida que lo pones en práctica en más y más situaciones. Reconocerás que has aprendido que no hay grados de dificultad en los milagros cuando los apliques a todas las situaciones. No hay situación a la que los milagros no sean aplicables, y al aplicarlos a todas las situaciones EL MUNDO REAL SERÁ TUYO. En esta santa percepción te volverás íntegro, y por tu propia aceptación de la Expiación, ésta irradiará hacia todos aquellos que el Espíritu Santo te envíe para que les des tu bendición. La bendición de Dios mora en todos Sus Hijos, y en tu bendición de ellos radica la bendición que Dios te da a ti. (UCDM T 12-VII.1)
