AMARÁS CUANDO OBRES MILAGROS UNIDO A DIOS

– ¿Qué es amar «J”?

-No hay mas Amor que el de Dios, Ramón. ¿No lo he dicho alto y claro en mi Curso?

-Sí, pero eso no contesta mi pregunta. O no lo veo vamos….

-Está bien sordo. Si solo el Amor puede amar, y, como te digo en mi curso, los milagros son expresiones de amor, amar es obrar milagros para tus hermanos, para el mundo y para ti. ¿Ya está claro?

– ¡Cuánto te gusta vacilar! …Está aún más oscuro.

-Para un ciego como tú, todo está oscuro. Te he dicho en mi curso que es el Poder de Dios, cuya Causa es el Amor, el Espíritu, el que engendra los milagros, ¿Percibes algo aquí, en la Tierra, que tenga su origen o causa en Dios que no sea un milagro?  En el nivel de existencia de la Percepción, el nivel del sueño o de la conciencia, solo la revelación y los milagros proceden del nivel del conocimiento. Escucha lo que dicté al respecto desmemoriado:

La revelación produce una suspensión completa, aunque tem­poral, de la duda y el miedo. Refleja la forma original de comuni­cación entre Dios y Sus creaciones, la cual entraña la sensación extremadamente personal de creación que a veces se busca en las relaciones físicas. La proximidad física no puede proporcionarla. Los milagros, en cambio, son genuinamente interpersonales y conducen a un auténtico acercamiento a los demás. La revelación te une directamente a Dios. Los milagros te unen directamente a tu hermano. Ni la revelación ni los milagros emanan de la con­ciencia, aunque ambos se experimentan en ella. La conciencia es el estado que induce a la acción, aunque no la inspira. Eres libre de creer lo que quieras, y tus actos dan testimonio de lo que crees. (UCDM Texto 1-II-1)

-Vaya, pues me queda tiempo hasta que pueda amar, ¿no?

-El tiempo que tardes en pensar naturalmente, conforme a tu verdadera naturaleza de hijo de Dios, que es el mismo tiempo que tardarás en depositar en ti mismo la fe que intentas depositar en mi; puesto que si soy tu hermano y te enseño a ser un obrador de milagros para que puedas reconocer que tú y tu hermano sois lo mismo, así como lo mismo que yo, no puedo sino enseñarte a que te percibas a ti mismo como me percibes a mí.

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